La alfarería en Galicia: una mirada a partir de los fondos del Museo Etnológico

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Del
20 de Marzo do 2017
al
31 de Marzo do 2025

 

Comisario: Víctor Manuel Castro Carballal

Biblioteca: Rosa Lamas Casado

Restauración: María José Ruíz Vázquez

Diseño y montaje: Alfreso Sellier. Arquitecto

Fotografías: Santi M. Amil

La alfarería en Galicia

La alfarería gallega reviste una gran complejidad derivada de circunstancias históricas, económicas, sociales y personales. Esta exposición pretende aproximarse a su realidad pasada y contemporánea desde la reflexión crítica, abordando temas y esbozando cuestiones que, lejos de estar cerradas, evidencian su pervivencia y vigencia en la sociedad actual.

El MER posee un número destacado de piezas alusivas a la actividad alfarera que conforman un conjunto heterogéneo en tipos, cronología y procedencia. La presente muestra busca dar a conocer la colección cerámica del museo, en la que figuran ejemplos de diez núcleos productores gallegos, así como de otras áreas de la península ibérica.

 

Manufactura rural y popular

La alfarería surge como respuesta a las necesidades cotidianas de un pueblo. En el territorio de la actual Galicia está documentada desde el Neolítico, atravesando fases de esplendor y decadencia en el mundo antiguo y en el medievo.

En la Edad Moderna, la mejora de condiciones de vida en el rural entre los ss. XVI y XVII impulsó determinadas artesanías. Las “aldeas de alfareros” brotaron en este contexto como un complemento de las rentas insuficientes del trabajo agro-ganadero, alcanzando su cénit a finales del s. XIX y principios del s. XX.

En el s. XIX los intentos de industrialización del sector encontraron poco apoyo institucional y económico. La excepción fue la Real Fábrica de Louza de Sargadelos, un proyecto único y aislado, retomado por Isaac Díaz Pardo y Luís Seoane en la segunda mitad del s. XX con la creación del Laboratorio de Formas.

 

Decoración

La decoración se aplica con tres técnicas complementarias –relieve, grabado o pintura– que reciben diferentes nombres en cada centro productor.

Los programas decorativos se consideraron tradicionalmente como una estrategia de mercadotecnia para incrementar el atractivo de las piezas y su valor de venta. Sin embargo, las formas y decoración parecen reflejar una concepción de la alfarería característica de cada enclave, no siempre en consonancia con las directrices del mercado.

 

Simbolismo

La alfarería no estuvo exenta de carga simbólica, aunque muchas representaciones resultan hoy misteriosas por pertenecer a un mundo desaparecido.

Las interpretaciones que se alejan de la antropología y del contexto popular original pueden generar controversia. Por ejemplo, la lectura antropomorfa de “jarra” para vino de Gundivós, aún vigente, está basada en paralelos foráneos no antropológicos. Una relectura zoomorfa sugiere la plasmación esquemática de una lechuza, que por su voz lúgubre y sus costumbres nocturnas se considera pregonera de una defunción. La “jarra” entonces habría que conectarla con la permanente del gallego con la muerte, contrarrestada mediante el consumo de vino en un ambiente comunitario.

 

Crisis y repunte

Alrededor de los años 50-60 del s. XX, con el desmantelamiento del modelo rural, comenzaron a desaparecer muchos centros alfareros. Las causas fueron múltiples: geográficas, socioculturales, económicas, técnicas e ideológicas.

Avanzados los años 70, se perciben ciertas mejoras en las condiciones de vida. Esta prosperidad incipiente, junto con la estrecha relación secular de reciprocidad pueblo-alfarero, marcó un repunte de la alfarería. Se desencadenó así un proceso de selección que condicionaría el futuro: modernización o estancamiento.

 

¿Artesano o artista?

La pérdida de funcionalidad de algunas tipologías de vasija llevó a los alfareros a superar los usos tradicionales para aproximarse a la creación artística contemporánea. Los tipos funcionales clásicos siguen existiendo, pero los repertorios se amplían con modelos utilitarios y con diseños y técnicas innovadoras en el contexto gallego.

Los nuevos comportamientos artísticos del último tercio del s. XX establecieron que el arte puede entenderse como la intención misma de crearlo, de esta forma, la intencionalidad de este colectivo y, por lo tanto, su condición artística, resultan incuestionables.

 

Futuro

La idea de puesta en valor del patrimonio cultural alcanzó en Galicia un énfasis especial en los años noventa del s. XX. El desvanecimiento del mundo rural dio pie a numerosas iniciativas de salvaguarda y reactivación en el campo etnográfico. 

Recuperar un núcleo alfarero perdido es una tarea complicada y a menudo infructuosa. Los que llegaron a nuestros días con más salud –Buño y Niñodaguia– se adaptaron a los tiempos y realizaron mejoras técnicas, crearon asociaciones y privilegiaron la visión del colectivo, creando una “marca” geográfica por encima de los individualismos. También diseñaron estrategias de comercialización y promovieron una nueva demanda, combinándola con la tradición y con las preocupaciones artísticas. El cambio generacional y la continuidad parecen garantizadas. Otros enclaves, tal vez más reticentes al cambio o con menor capacidad de acción, afrontarán un futuro incierto.