Ribadavia no seu Patrimonio Relixioso
Ribadavia no seu Patrimonio Relixioso
Ribadavia no seu Patrimonio Relixioso
Ribadavia no seu Patrimonio Relixioso
Ribadavia no seu Patrimonio Relixioso
Ribadavia no seu Patrimonio Relixioso
Ribadavia no seu Patrimonio Relixioso
Ribadavia no seu Patrimonio Relixioso
Ribadavia no seu Patrimonio Relixioso
Ribadavia destaca por su profunda tradición religiosa, contando con cuatro parroquias, un santuario, dos conventos, dos capillas, una fundación, petos y cruceiros. Hasta mediados del siglo XX coexistieron en el territorio las diócesis de Tui y Ourense, dejando valiosas muestras artísticas.Esta exposición busca resaltar la responsabilidad de conservar estos bienes y descubrir una Ribadavia llena de sorpresas. La muestra incluye tallas devocionales, orfebrería y libros sacramentales, conformando una selección que pone en valor un importante legado.
En el siglo XIII surgen las órdenes mendicantes como reacción a la vida monacal aislada. El convento de Santo Domingo fue el segundo de esta orden en establecerse en Galicia, relacionando su fundación con la predicación de frei Pedro González.
En el caso de los franciscanos, estos se asentaron en Ribadavia a finales del siglo XIV.
Históricamente, la parroquia tuvo un papel muy importante a la hora de generar sentimientos identitarios y de pertenencia alrededor del ciclo litúrgico anual. Estos lazos establecidos entre los feligreses y su parroquia; propiciaron la producción de objetos destinados al culto y al embellecimiento de los templos.
El culto mariano de la villa, se organiza alrededor de Nosa Señora do Portal y Nosa Señora da Oliveira. La devoción por esta última está documentada desde el s.XII mientras que el culto a la Virxe do Portal, surgió en el siglo XVIII y fue impulsado por la orden dominica.
En 1903 las cuatro parroquias se convirtieron en una sola que perdura en la actualidad. La historia religiosa de Ribadavia se asienta sobre un patrimonio material e inmaterial de valor histórico y antropológico, al tiempo que la religiosidad local se transmite de generación en generación